18 febrero 2010

Español para españoles (7)

Hay muchas palabras de origen extranjero en nuestra lengua, pero pocas adoptadas con tanto entusiasmo como el sustantivo “saga”, empleado ahora con profusión para referirse a varias generaciones de una misma familia, y así pueden escucharse lindezas como “la saga de los Rivera” para referirse al difunto Paquirri, sus dos esposas e hijos; o “la saga de los Flores” para citar a Lola Flores, su esposo y su gloriosa descendencia, olvidando que saga es un relato más o menos novelesco de una familia o estirpe y no las personas que las componen. Vamos, que los sinónimos de la palabra son más bien fábula, leyenda, cuento u odisea, y no dinastía, como se pretende.

Creo recordar que la adopción de esta palabra con sentido erróneo tuvo lugar a raíz del pase por televisión hace bastantes años de una serie llamada “La saga de los Forsyte”, de gran impacto en aquel entonces, que nos dejó como herencia otro uso gramatical poco acertado, gracias al reducido intelecto de muchos periodistas.

Hay dos expresiones gramaticales en los entornos deportivos que me producen acidez: uno está incluso aceptado por la RAE (espero que a regañadientes), aunque al aceptarlo olvidaron la coherencia. Se trata de expresiones del tipo “el Levante sentenció la Liga…”. Dieron por buena esa opción del verbo “sentenciar”, pero han olvidado que sentenciar es, literalmente, dictar sentencia y ninguna acepción de sentencia hace referencia a resultados de un encuentro deportivo.

El otro palabro, ya inevitablemente extendido, es el de "equipación", para referirse, creo, a todo lo que los jugadores llevan encima o utilizan durante su práctica deportiva, y ya es normal encontrar en grandes almacenes una sección de “equipación”. En este caso, lo que me gustaría es que alguien me explicara para qué existe la palabra equipamiento, salvo que se pretenda crear un vocabulario de aplicación y uso exclusivo en el mundo deportivo.

Y ya en el terreno deportivo, una expresión muy apropiada para ignorantes: estoy hablando de esa unidad de superficie empleada en la actualidad llamada “campos de fútbol” o “estadios de fútbol”. Como se presupone que la mayoría de la población ignora lo que es una hectárea o un kilómetro cuadrado, y con el aparente deseo de que esa ignorancia se mantenga o acreciente, cualquier referencia al tamaño de una superficie se realiza con esa extraña medida. Es en esa unidad que se relacionan las superficies quemadas en los incendios forestales o el tamaño de un parque inaugurado en la ciudad. Hoy, al pasar la hoja del calendario que la caja de ahorros local obsequia a amigos y clientes, he podido leer que “Obra Social Caja Madrid ha plantado....árboles en una superficie equivalente a 3.000 estadios de fútbol”, ¿no es fantástico?

Supongo que después de esto pasaremos a considerar al balón de fútbol una unidad de peso y será normal escuchar en la frutería a una señora decir al dependiente “déme cinco balones de tomates”.

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