No
llevo la cuenta de cuántas veces he oído o leído una frase que en cualquiera de
sus variantes viene a decir “Si los demás
me entienden, para qué voy a preocuparme de conocer la ortografía, la gramática
o el propio vocabulario de mi idioma”, olvidando que también los simios se entienden unos a otros con unos pocos sonidos, porque no precisan transmitir ninguna idea. Iba a decir que el lenguaje ha caído
en el más profundo de los desprecios, pero sé que no es eso, lo que ha caído en
el más absoluto desinterés es el deseo de conocer, de manejar con soltura los rudimentos de nuestra gramática que, al menos en teoría, aprendimos en el colegio. Hoy en día lo que
importa es saber manejar el iPhone o cualquier otro aparatito de moda y poquito más. Por descontado, hay que formar parte de eso que
llaman “redes sociales”, donde abundan todo tipo de memeces cuyos autores son
lógicamente un alarde de banalidad e ignorancia.
Ya
he dicho en otra entrada que leí una vez, dicho por un estudioso de la
materia, que el lenguaje de los pastores
–esos que ya casi no existen– no solía llegar a las mil palabras y que rara vez
superaba las setecientas u ochocientas. ¿Cuál es hoy el bagaje de la mayoría de
los jóvenes y de muchos que no lo son tanto? Yo diría que la cifra está por ahí
o poco más, por eso son incapaces de comunicarse y su conversación está plagada de imágenes como eso
de “mover ficha”, “pasar página”, “pistoletazo de salida”, "la prueba del algodón", "ponerse las pilas"… imágenes
todas ellas difundidas por los medios de comunicación, que a su vez están
repletos de supuestos profesionales que no saben ni hablar. De ahí que, por ejemplo, los
adjetivos aplicables a TODO sean casi siempre complicado e importante.
Si se habla del tiempo, se dice que los próximos días van a ser complicados y que las precipitaciones
serán importantes. Si se trata del
tráfico, se prevé que habrá retenciones importantes
y que desplazarse será complicado. Si
habla el corresponsal en cualquier país con conflicto bélico, ya se sabe que la
situación es complicada y que ha
habido enfrentamientos importantes. Si la noticia es acerca de la actualidad económica del
país, afirmarán que es complicada…
¿sigo? Como diría cualquiera de esos asnos que tanto abundan: el hecho es que se entiende, ¿no?
Hagan
la prueba de prestar atención a cualquier noticiario de televisión o a la
charla de quienes le rodean y verá que han desaparecido adjetivos como
pavoroso, terrible, grandioso, enorme, admirable, magnífico, copioso,
conflictivo, violento, etc. etc. Cualquiera le dirá que salirse de aquel
repertorio de dos o tres adjetivos es simplemente una muestra de pedantería.
Moléstense
en mirar los comentarios que acompañan a las noticias en los diarios digitales:
produce espanto la colección de disparates gramaticales o faltas de ortografía de
la mayoría. Y atrévase a mandar un comentario señalando esas faltas, conseguirá
que quienes discutían entre sí a través de esos comentarios se unan para
insultarle por ocuparse de asuntos que no tienen la menor importancia, ¡habrase visto!
No
hay nada que hacer, es batalla perdida. El sistema educativo español abandonó
hace bastantes años la enseñanza del lenguaje –y de casi todo– así que hoy son mayoría quienes ignoran lo que
dicen y lo que escriben y para colmo se ufanan de ello. Y no puedo olvidarme de esos zoquetes que se piensan el colmo de la modernidad porque han
sustituido la letra “q” y la “c” con sonido fuerte por la “k”, cuando no se
empeñan en escribir donde sea y lo que sea como si de un SMS
se tratara…
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