Hoy he visto en el telediario a
los habitantes de Alcorcón presentando en el ayuntamiento sus solicitudes de trabajo
para Eurovegas y de inmediato se me ha venido a la cabeza la película Bienvenido Mr. Marshall y más
concretamente la escena en la que los vecinos del pueblo hacían cola para contarle
a un funcionario del ayuntamiento qué regalo querían recibir de los americanos que
estaban al llegar.
Es triste comprobar a dónde puede
llevar la penuria de unos y el bajo precio que otros ponen a su dignidad. Según
parece, hay en el pueblo discrepancias acerca de los bienes que la llegada de
Mr. Adelson y su gang puede suponer.
Por descontado que quienes están sin trabajo tienen más confianza en ese
porvenir y he podido ver cómo un hombre hecho y derecho decía que estaba
dispuesto a hacer cursos de croupier,
de jefe de seguridad o “de lo que
sea” para conseguir el ansiado puesto de trabajo. Es curioso que todos queramos empezar más o menos desde arriba, por pedir que no quede. Desde aquí puedo asegurarle no obstante que no será ningún puesto
importante, pues ya se apropiarán de ellos los amiguetes de quienes nos
gobiernan y, más arriba en el escalafón, los propios amigos de los inversores. De
todas maneras que ninguno se haga ilusiones, en el mejor de los casos se llevarán
apenas unas migajas y el mayor beneficio irá para los bancos y las grandes
empresas, ya he leído hoy que una importante constructora es la propietaria de
la mayoría de los terrenos en los que se levantará ese disparate. No hay que
ser malintencionado para imaginar que con la debida antelación recibió el soplo
de la futura ubicación del complejo para darle tiempo a comprar cada metro
cuadrado disponible y especular, que es lo que se nos da mejor.
Ése es el tipo de bendiciones que
los gobiernos del PP pueden ofrecernos, todo el patriotismo del que presumen se
diluye apenas hay euros –cuantos más, mejor– de por medio. No les importa
eliminar o cambiar leyes para facilitar la entrada de ese negocio de juego y
–presumiblemente– mafia y prostitución. Aparte del humo del tabaco que según
promete el chulesco presidente de la Comunidad de Madrid se desprenderá de lo que
fumen los clientes, pues ya se sabe que para estos políticos las leyes van desvaneciéndose
según la oferta que reciben.
Cuando ya pensábamos que no había
nada más repugnante que ver a Esperanza Aguirre reírle todas las gracias al ganster decrépito para conseguir situar
en Madrid el proyecto de macroprostíbulo, hemos podido comprobar que todo es
superable al contemplar al actual presidente madrileño don Ignacio González
hacer lo propio, pero con menos desparpajo.
De momento, puede leerse en la
prensa que la inversión inicial prevista de Mr. Adelson ya ha pasado de los
iniciales 6.750 millones prometidos a 2.700, una rebaja notable, pienso yo, y
mucho me temo que esos más de doscientos mil puestos de trabajo que prometía
Esperanza Aguirre queden en bastantes menos. Tampoco es que importe mucho, si el PP se ha apresurado a gestionar el asentamiento de esa locura, es porque supone otra oportunidad de forrarse con sobornos y comisiones como ellos suelen.
Hay algo prometedor: el primer
hotel de Las Vegas en Nevada (USA) fue mandado construir por un ganster y su equivalente en Alcorcón lo
será por otro ganster, pues no otra
cosa es ese Adelson encausado ya varias veces por sus actividades en los
Estados Unidos y salvado hasta ahora gracias a su riqueza y al apoyo del lobby judío, ¿influirá eso en el éxito
de Eurovegas?
Tampoco hay que preocuparse; si fracasa ya
se sabe: se le echa la culpa a Zapatero y se le dice a Fátima Báñez que rece a
la virgen del Rocío para que lo arregle todo.