03 noviembre 2013

Javier Marías

Hace tiempo que soy lector de Javier Marías y he leído la mayor parte de sus novelas. Tengo que confesar que unas me han gustado y otras no tanto, pero por decirlo en porcentaje, su producción me satisface en un 75%. Incluyo en esto su colaboración semanal en El País dominical –La Zona Fantasma se llama–, en la que dice cosas que puede que todos sepamos, pero que están condensadas y expresadas con la rotundidad y maestría que se le supone a este escritor. Como nadie es perfecto, cada vez que decide hablar de fútbol o del tabaco desbarra y dice tonterías como cualquiera, pero siempre con un castellano perfecto, que es más de lo que puede decirse de la gran mayoría de los que viven de la pluma, no digamos ya de los periodistas, que suelen ser un saco de ignorancia.

Aunque resulta casi cómico que yo me permita recomendar a este escritor, sé que muchos no conocen estos artículos semanales y quiero hacer mi pequeñísima aportación para que se sepa de estos artículos. Esta semana su columna es especialmente sabrosa.

Estos artículos se publican también en el blog del propio escritor, así que en ambas publicaciones pueden leerse. Dejo más abajo el enlace al de hoy y en adelante procuraré dejarlo sin más explicación cuando a mi entender posea especial interés.

El artículo está aquí.

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