28 mayo 2015

Personaliza tu cuerpo

El título de esta entrada no es de mi invención, sino que reproduce el titular de un anuncio publicitario que hace pocos años leí en no recuerdo qué periódico o revista, insertado por un taller de tatuajes que brindaba su trabajo para poner fin a esa preocupante despersonalización personal.

Para mí resumió todo lo que de banal, estúpido e ignorante inunda nuestro entorno, preocupado sólo por lo físico y la posesión de artículos a la última, sea unas zapatillas, sea el móvil que proporciona en cada instante más prestigio a su propietario. Como dinero no tiene el que quiere sino el que puede, hay que esforzarse en incorporarse a la ola de modernidad hasta donde podamos y de ahí que sea posible contemplar, como me sucedió no hace mucho, a quien pide limosna exhibiendo un tatuaje que seguramente le habrá costado bastante dinero, a la vista de su extensión y colorido.

Todo el mundo se afana por personalizar su cuerpo y su aspecto, a costa precisamente de la pérdida de su personalidad. Por contra, se rechaza todo lo que pueda suponer conocimiento, salvo que sea superficial y se lleve, de ahí en parte que haya una afluencia multitudinaria a las exposiciones temporales de los museos, no se trata de conocer a tal o cual artista, de enriquecerse personalmente, sino de haber estado y pavonearse por ello.

Evidentemente estoy relativamente a salvo de tanta memez porque mi edad me inmuniza parcialmente y tendría que estar perturbado para correr a un taller de tatuajes en el que me grabaran en la piel la totalidad de mi ideario, como muchos empeñados en que los demás sepamos que adora a su madre, que el club de fútbol por el que bebe los vientos es tal o cual o que el alfabeto chino mola. Incluso algún jugador de fútbol anda con un tatuaje en élfico, lengua inventada en El Señor de los Anillos, y que según afirman expertos se lo ha hecho con faltas de ortografía. La estupidez llega al extremo de que he podido ver que ese patético espécimen llamado Justin Bieber ha incluido en su cuerpo entre otros muchos motivos, escenas selváticas o textos, el año de nacimiento de su madre –que fue 1975– en números romanos, pero ojo, no ha puesto esa cifra con su equivalente MCMLXXV, sino convirtiendo dígito a dígito I IX VII V, ¡usa un sistema híbrido de numeración! (suerte que no había un cero), y éste es el ídolo de buena parte de la juventud, principalmente femenina. Éste y otros y otras como éste.

En cuanto a los piercings, no hay demasiado que decir. Si hace veinte o treinta años se le hubiera sugerido a un adolescente que se pinchara el cuerpo en lugares delicados y se colocara un colgante metálico, habría llamado a la policía temeroso de encontrarse delante de un maníaco o depravado peligroso. Ahora hay cola para ponerse a la última colocándose uno –o varios– aros o pasadores metálicos en el ombligo, lengua, labio, nariz, pezón, ceja y oreja. Por no hablar de esos que se insertan en partes más íntimas y delicadas y que hasta me causa grima y dolor sólo pensarlo. Besar a alguna mujer que se haya colocado estos accesorios en labios y lengua debe de ser como chupar un llavero.

Antes, que un hombre llevara un pendiente hubiera supuesto bromas sangrientas y encasillamiento en determinada opción sexual. Hoy son legión los portadores y pienso que seguramente sería una exigencia para poder ingresar en ETA.

No todo ese interés de ir con lo que los tiempos exigen se limita al aspecto físico, también en lo superficialmente ideológico se procura estar al día y de ahí la fervorosa adhesión a causas de moderna aparición. La actual izquierda española y la prensa que los apoya se encuentran obsesionados por tres asuntos: homosexualidad, inmigración y feminismo. A ellos dedican estos diarios buena parte de sus portadas y contenidos y a su defensa dedican sus esfuerzos los que intentan estar a la última. No importa que la homosexualidad haya pasado en 25 años de ser definida como una enfermedad por la OMS –y así entendida por la población– a la actual libertad de comportamiento y tolerancia por parte de casi toda la ciudadanía. Eso no basta; envalentonados, atacan al modelo de familia tradicional por el hecho de serlo, y si no vean este reciente titular de prensa: «La Asociación Sehaska, de padres y madres homosexuales, denuncian la concepción social que se tiene de 'modelo ideal familiar' compuesto por progenitores de diferente sexo». Lo bueno es la homosexualidad, lo otro es repudiable y carca.

Algo parecido ocurre con la inmigración. Según un estudio del Instituto Gallup, los países que ven con mejores ojos la llegada de inmigrantes son España, Italia e Irlanda. No creo que sea casualidad que en estos tres países el nivel cultural no sea demasiado alto, que en los tres la religión predominante sea la católica y que quienes muestran más entusiasmo sean los empresarios locales. No importa que un análisis de a dónde nos llevará la inmigración descontrolada –en ese mismo estudio– anuncie una catástrofe poblacional para nuestro país y Europa en el caso de abrir fronteras.

Situación similar vive el feminismo. Yo he vivido durante el franquismo unos usos y leyes por los que a las mujeres casadas no se les permitía viajar o abrir una cuenta corriente sin una autorización del marido; la mujer era menos que un menor de edad. Sin mencionar que zurrarles la badana se consideraba natural. Afortunadamente eso desapareció y la mujer consiguió el respeto social y legal que merecía, aunque eso no bastaba, había que legislar incluyendo discriminación positiva hacia ellas y ahora los hombres saben que serán relegados y maltratados en los procesos de divorcio. Saben también que si su mujer decide plantarse en comisaría y denunciar malos tratos no se tomará en cuenta la presunción de inocencia y, por lo pronto, esa noche al menos la pasará en los calabozos. 

Ya saben, personalicen su cuerpo y su mente y déjense llevar plácidamente por la corriente dominante, sin pararse a pensar ni un momento en lo que dicen, hacen y defienden; encontrarse inmerso en la mayoría, relaja. Así vamos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Dentro de las ideas estupendas que mezclan feminismo y política te has dejado las "listas cremallera" del PSOE, idea que parece que fue planteada como reforma de la ley electoral y no sé en qué situación legal se encuentra ahora pero que sí es seguida fielmente en las listas de ese partido. Así después de un señor hay una señora o viceversa. ¿Qué pasa si no hay candidatos valiosos de un tipo? Pues te pueden colocar a señorita inútil o a un zoquetón en la lista.
Y si te parece que de tatuajes y agujeros en el cuerpo has visto todo te recomiendo que asistas a la "Drum Parade Madrid".
Además piensa en el sacrificio de tener que llevar pantalones cortos o camisas sin mangas, sea cual sea la climatología, para poder enseñar tus "tatús". Vaya, "sus tatús", pues visto tu artículo y lo que te cubres la piel no creo que los lleves.
Angel

Mulliner dijo...

No se me ocurrió eso de las listas, aunque al ser un efecto más del feminismo coral no me interesa demasiado. Aun así, te diré que cuando me di cuenta llevaba escrito más del doble de lo finalmente publicado. De nuevo tuve que podar para dejarlo en un tamaño estándar que no duerma a quien lo lea o le haga pensar "qué pesado es este tío". En ocasiones es cierto eso de que lo bueno si breve... También sé que algunos me juzgarán pesado aunque sólo sean dos líneas.

Anónimo dijo...

Cierto, yo siempre me extrañé de que inevitablemente cada vez que en televisión aparecia un etarra llevaba algún piercing. Yo lo achacaba al entorno social del que salian esos etarras, no sobrados de cultura.